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ZAFIRO

El término zafiro tiene muchos antecedentes, como el hebreo sapphir, el griego sappheiros, el latín saphirus y el árabe safir, todos ellos con un significado equivalente a "la cosa más bella".

Variedad del corindón, es decir, un bióxido de aluminio  tiene un color azul intenso, aunque en ocasiones se le da el nombre de zafiro a otras variedades de corindón con otros colores. Así, el corindón incoloro es el zafiro blanco; el corindón amarillo se llama zafiro amarillo o dorado; las piedras rosa pálido son los zafiros rosas, y el rubí es su variedad en color rojo. 

Tiene un brillo vítreo casi aterciopelado y la transparencia es inversamente proporcional al color y las impurezas. El principal colorante del verdadero zafiro es el cromo, cuyos distintos estadios de oxidación aportan los distintos colores, modificados a su vez por la presencia de hierro y titanio dispersos en la estructura cristalina.

En la India y Arabia, esta piedra se lleva puesta como un amuleto para la buena salud y para repeler el mal de ojo. La leyenda que dice que los mandamientos entregados por Dios a Moisés en el Monte Sinaí estaban grabados en tabletas de zafiro. Este mineral se dice que le dá a su portador el poder de adivinar el futuro y lo protege contra los venenos, la envidia y los malos espíritus. Para los cristianos, estaba relacionado con la pureza y lo consideraban la fuerza luminosa de Dios. Los magos de la Edad Media lo utilizaban para sus profecías, pues mediante el zafiro establecían conexión con el más allá. Los egipcios le adjudicaban el poder de reubicar a los astros en posiciones favorables. Para los parsis, seguidores de la doctrina de Zarathustra, era la joya de la verdad y la justicia. Los budistas consideraban que tenía la virtud de despertar el amor y la amistad entre los hombres. Los griegos lo consagraron a Zeus y le adjudicaban el poder de la clarividencia, por lo que la utilizaban en oráculos y cere- monias de adivinación, y Galeno, el célebre médico, lo prescribía contra las picaduras de animales venenosos. Por último, la religión cristiana lo adoptó como emblema de la Virgen María y la Iglesia la utilizaba como ornamento del anillo de los obispos, de donde pasó a los de los cardenales, sustituido en los primeros por la amatista. La tradición cingalesa afirma que los zafiros nacían de los ojos de Dayta, la diosa de la abundancia, y caían al río, haciéndolo desbordarse para multiplicar las cosechas. 

Se le atribuye un amplio espectro de efectos sanadores: baja la fiebre y la presión sanguínea, cura el insomnio y es muy útil para combatir enfermedades de la piel, úlceras, hemorroides y afecciones de los huesos. Es afín al chakra cardíaco, al plexo solar y al tercer ojo.

En astrología está relacionado con el signo de Virgo. Dentro de la litomancia está considerado como símbolo de la percepción y la recompensa al esfuerzo. En geomancia está relacionado con el elemento aire, y el jueves como día de la semana, todo esto compartido con el metal de bario. Para los alquimistas está considerado como símbolo de aire. 

Es la piedra de los yoguis, sanadores de fe y santos. Su transparencia orienta al hombre hacia niveles espirituales y mentales más elevados y está vinculado con la sabiduría, la verdad, la confianza y la intuición. En su color más tradicional -azul oscuro- ayuda a desarrollar el sentido de justicia y equidad y refuerza el cuerpo espiritual.

En parapsicología, en su rama de la interpretación de los sueños, se dice que representa un buen augurio, pues el zafiro nos anuncia protección contra la pobreza, las enfermedades y las traiciones. El zafiro en Oriente está considerado un talismán importante contra el mal de ojo, y es empleado en la India contra la peste y diversas enfermedades.

Su transparencia prácticamente hialina denota una firme determinación de orientar al hombre hacia niveles espirituales y mentales mucho más elevados, como una forma de guiarlo hacia la nueva Era de Acuario.