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RUBÍ

El origen del nombre rubí deriva del latín ruber (rojo). La palabra hebrea que designa tradicionalmente al rubí es hofech, mientras que en sánscrito se denomina ratnayaka (gota de sangre del corazón de la madre Tierra). En sánscrito se llama ratnayaka, que quiere decir "gota de sangre del corazón de la Madre Tierra". Los griegos lo consagraron a Apolo, quien le regaló un rubí a la ninfa Heraclea para curar con ella a un pájaro herido. El cristianismo lo indentifica con las imágenes de Jesús y San Pedro, como símbolo del triunfo del espíritu sobre la materia.

Pertenece a la familia de los corindones Y como tal, su composición es la de un anhídrido de aluminio, con inclusiones a nivel de impurezas de óxido de hierro y cromo, que le dan su color carmesí presentando una gama de tonos que van desde el naranja-rojizo hasta el violáceo, a veces con reflejos azules y marrones. Cristalización en sistema rómbico, en prismas hexagonales, de doble refringencia y monoaxial, con un índice de refracción muy elevado. El policroísmo es muy elevado y, esto debe tenerse en cuenta cuando se talla, ya que los tonos de rojo varían cuando los rayos luminosos pasan por la base o por las facetas laterales. Su dureza es considerable de 8,7 en la escala de Moss.

Es la piedra más valiosa para los hindúes quienes la llaman ratnaraj o rey de las piedras preciosas quienes creen que ayuda en problemas amorosos y preserva la salud mental. Los antiguos códices islámicos hablan de un rubí que tenía el poder de provocar la invisibilidad y proteger de las calamidades y las heridas. Luego, ennegrecida por los pecados humanos, se transformó en la kaaba, la piedra negra adorada por los mahometanos. Los griegos consagraron el rubí a Apolo, bajo el nombre de apiroto (invulnerable al fuego), quien entregó una de estas piedras a la ninfa Heraclea, y curó con ella a un pájaro herido, reemplazándole el corazón partido por una flecha. También la religión cristiana adoptó el rubí como símbolo del triunfo del espíritu sobre la materia, la alegría de vivir en plenitud y la pureza y lo identifica con las imágenes de Jesucristo y de San Pedro.

En terapias físicas, utilizado de acuerdo con su color, constituye un excelente estimulante del apetito, vigoriza y tonifica el organismo por lo que es recomendado especialmente en casos de anemia y anorexia, regula el ritmo cardíaco y la tensión arterial y activa el sistema inmunológico. Fortalece el corazón y activa la circulación de la sangre, tonifica el organismo y activa el sistema inmunológico. Es también una gema excelente para personas con insuficiencia en la actividad sexual.

En astrología está asociado con el signo de Leo y colocado bajo la protección de Marte; su simbología está relacionada con la fe y la victoria. 

Algunas personas creen que el rubí le ayudará a su dueño a lograr sus deseos y al mismo tiempo lo protege del mal. Conocido como "el rey de las piedras", se considera al rubí portador de la línea de sangre de la humanidad. Fue utilizado para contener hemorragias debido a su intenso color rojo. Se considera un protector contra las desgracias y las heridas.

El color carmesí del rubí representa la energía positiva por excelencia, sobre todo aplicada al chakra del corazón, aunque puede aplicarse sobre cualquier otro punto energético. Proporciona seguridad interna, a la vez que simboliza el amor puro, pero fuerte y apasionado. Aporta paz y serenidad, cura el insomnio, fortifica la memoria y promueve el amor físico y espiritual.