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FLUORITA

Su nombre proviene del latin fluere ("fluir", por la facilidad con la cual funde), también se la llama "sal de lobo". Se presenta en variedad de formas y colores, como el púrpura, blanco y verde, hasta el magenta, azul cobalto y negro, y también hay tonalidades amarillo limón, rosadas o incoloras. 

Los antiguos griegos la tallaban como piedra preciosa y en la Roma imperial se la trabajaba para elaborar vasos y adornos.

La fluorita amarilla otorga estabilidad y seguridad en situaciones difíciles y equilibra el hígado y la vesícula. La incolora abre el chakra de la coronilla y conecta con lo divino. La púrpura restaura el equilibrio entre los cuerpos físico, mental y espiritual. Por último, la verde limpia el cuerpo y la mente y potencia la vitalidad.

En la meditación, la fluorita es la piedra del tercer ojo, que permite abrir la mente a la conciencia espiritual, purifica y limpia.