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ESMERALDA

Es un silicato doble de berilio y aluminio, coloreada por óxidos de hierro, vanadio, cromo, berquelio, cristaliza en sistema hexagonal y es poseedora de un fascinante color verde brillante y aterciopelado, hasta el amarillo o el grisáceo.

Algunos autores coinciden en que Plinio le adjudicó por primera vez el nombre smaragdos, derivado a su vez del caldeo samorat, que significaba literalmente «corazón de piedra». 

En épocas muy anteriores a la precolombina algunas civilizaciones andinas deificaron a la esmeralda bajo el nombre de Pochamac, diosa de la Luz Sagrada. Según la biblia, era la doceava piedra del pectoral de Aarón, situada  sobre la zona del corazón. Las tradiciones egipcias las registran esta gema por primera vez veinte siglos antes de Cristo, en las minas del Alto Egipto. Para los aztecas era el símbolo de la primavera, asociada al pájaro quetzal, de largas plumas similares al color verde de la esmeralda. Para los indios americanos está asociada con la lluvia, la sangre y todos los símbolos del ciclo lunar. Para ellos la esmeralda es testimonio de fertilidad. Los musulmanes grababan versos del Corán en esta piedra y la llevaban puesta con el fin de obtener protección”. Combinada con otras gemas verdes, como la venturina, o rosas, como la rodocrosita y el cuarzo rosa, en disposiciones múltiples ayuda a aliviar problemas cardíacos y circulatorios y facilitar los estados de parto y postparto.

En la cristaloterapia, la esmeralda se utiliza en aplicaciones externas o elixires, para combatir las hemorragias y las afecciones cutáneas, como granos, furúnculos, herpes, acné, tiña y melanomas avanzados. También la utilizan en tratamientos para aliviar problemas cardíacos, circulatorios y hepáticos . La medicina ayurvédica la utiliza, para aliviar los dolores de parto y el estómago, las crisis hepáticas y los cólicos renales.

Tiene afinidad con el chakra cardíaco y laríngeo, el plexo solar y el tercer ojo. Se la relaciona con el elemento tierra y con el miércoles como día de la semana. Gracias a su intenso color verde se ha convertido en el símbolo de la primavera, la resurrección, la esperanza y el renacimiento, con las respectivas connotaciones de belleza, castidad, espiritualidad, bondad  y está considerada como la piedra del amor incondicional. En astrología está asociada al signo de Tauro, el cual comparte con el alabastro, el ágata y el coral blanco. En él confluyen la fecundidad, el instinto y la solidez.

Mitológicamente, la esmeralda es un aporte del planeta Venus al planeta Tierra y es la piedra del amor que eleva al Amor Universal. Desde la antigüedad ha sido muy apreciada, no sólo por su belleza, sino por la creencia que existe sobre su poder de curación en las enfermedades de los ojos. Se decía que fortalecía la memoria y que convertía a su portador en un elocuente orador. Se cree que destruye todos los malos sortilegios.  Una de las virtudes atribuidas la esmeralda es su poder de predecir el futuro.  Además revela la verdad o falsedad de la promesa de la persona amada, pero es enemiga de lo excesos sexuales y de la pasión violenta. Utilizada en forma permanente, otorga juventud, felicidad y longevidad, pero sólo si su portador actúa en forma virtuosa y honesta.

Utilizada durante la meditación, ayuda a reconocer posibles infidelidades de pareja y eventuales traiciones de los más allegados, así como a aumentar las capacidades de concentración, calma y serenidad espiritual. También contribuye a armonizar las energías que relacionan el chakra Anahata con los cuerpos sutiles, facilitando la salida al exterior de todas aquellas emociones afectivas nocivas o dañinas.