
LAPISLÁZULI - LAZULITA
Algunos autores sostienen que su nombre proviene del persa lachuard (zafiro) o del árabe lazurd, precursor de las palabras españolas azur o azul.
Compuesto por una base de bióxido de silicio, el lapislázuli se constituye en gran parte por un mineral azul llamado azurita con pequeñas cantidades de distintos minerales, como hidróxidos de sodio y aluminio, pirita (mineral de hierro), sodalita, mica y compuestos varios, como anfíboles y piroxenos. Posee un brillo vítreo poco marcado en las piedras pulidas, pero compensado por un hermoso color azul marino, en ocasiones tendente al violeta o al gris y mezclado con zonas blancas o amarillo-doradas. La coloración azul se debe a la presencia de azufre en suspensión coloidal y el dorado a la pirita o, en algunas ocasiones, al oro. Su dureza se encuentra entre 5 y 5,5 y una densidad entre 2,4 y 2,45.
El lapislázuli era ya conocido entre los egipcios hace más de 3.000 años, que lo consagraron a la diosa Isis y lo utilizaban para tallar con él escarabajos sagrados y elementos ornamentales ya sea tallados en piedras auténticas o con polvo prensado de la misma piedra. Los babilonios, persas y sumerios llevaban consigo pendientes de lapislázuli para mantenerse cerca de la divinidad, mientras que los griegos lo consagraron a Venus y los paleocristianos a la Virgen María. El Antiguo Testamento afirma que las Tablas de la Ley bajadas por Moisés del Monte Sinaí no eran de zafiro, sino de lazulita.
Una de las virtudes fundamentales del lapislázuli es la de armonizar integralmente los cuerpos sutiles con el cuerpo mental, permitiendo así la limpieza de los pulmones, el bazo y las glándulas de secreción endocrina. Sin embargo, la función específica del lapislázuli es la de penetrar y profundizar, más que curar, por lo que en gemoterapia conviene acompañarla con algún cristal curativo (malaquita, cuarzo rosa, rodocrosita, sanguinaria, etc.), acorde con la dolencia a tratar.
Está ligado con el chakra laringeo, por lo que enseña el camino de la iluminación, la expresión y la capacidad mental preparando el camino para la apertura del ojo pineal. También se relaciona con el Segundo Rayo y, en consecuencia, armoniza los cuerpos sutiles con el cuerpo mental permitiendo a la vez que se desarrolle y se manifieste expresivamente.
El lapislázuli da fuerza a la mente y al cuerpo, protege contra la negatividad y atrae la sabiduría y la verdad. Los antiguos la consideraban una piedra valiosa para cura los cálculos renales, la melancolía, la somnolencia y previene los abortos y toda clase de calamidades. Para los musulmanes era un talismán contra el mal de ojo. Entre los egipcios fue conocido como el "jesbedj" simbolizando la juventud y la energía vital. Muchos de los sellos cilíndricos de los babilonios estaban hechos de esta bella piedra y los sumerios creían que su portador llevaba consigo la verdadera presencia de Dios.
En la cristaloterapia, el lapislázuli es un purificador mental y espiritual. Colocado sobre el chakra pineal, pone en comunicación la mente consciente con la intuitiva. Utilizada con amatista, malaquita y cuarzo rosa o rodocrosita sobre sus chakras correspondientes, crea una sensación real de firmeza y decisión, abriendo un camino, no sólo al conocimiento, sino también a la expresión y comunicación de ese conocimiento.